De nuevo dijo adiós, como si ya no hubiese venido antes a tocar la puerta, a hacer que se le abrieran sus pestañas.
La piel no le extraña, los besos ni le reprochan.
Pálida y de ojos tristes. Camina despacio, habla en menos proporciones. Un equivalente de ella ahora es nada.
Espera llenarse las manos de golondrinas para sentirse libre. A cientos de kilómetros sobre ella, las ve volando.
Un cielo perverso la mira. Llueve tanto, huele a naufragio...Todos tenemos un puñito de tristeza esperando.
Un hueco en el alma intacto o en decadencia. Un equivalente a ella ahora es nada.
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