21 feb 2013

Como cuando fui feliz

"Para que nada nos separe, que no nos una nada". Neruda.

Ahora la luna se ve más triste, ella conoce los fracasos de nuestras despedidas y las raíces de cada nostalgia. Sabe también que extraño un poco amarle entre esas cuatro paredes, como cuando fui feliz.

El sencillo coraje que teníamos al tomarnos de la mano era lo que nos hacia dueños del presente. Ese sencillo coraje de amarnos; y fui feliz.

Me perdí para buscarle y usted olvidó encontrarnos. Postergó sus ganas de amar, de verme y de encontrarme.

La luna me lo dijo, ella lo sabía. Conocía cada despedida. Cada vana voluntad. Ella lo sabía.

Callamos como los amantes más resignados. Comemos nostalgias y respiramos orgullo. Y al rato vos me odias un poco más.

Y todo se matiza a tono falso al son del recuerdo. Su mirada y la mía abrazadas, como cuando fui feliz.

11 feb 2013

El día en que decidió llorar

"Más que besarnos, más que acostarnos juntos, ella me daba la mano y eso era amor" - Benedetti.

El día en que decidió llorar, ella busco la manera e intentó arrancarse eso de raíz. Pero, no sabía que más allá de las paredes del corazón, él andaba por todo su cuerpo.

Tendría que arrancarse las manos, la piel y el alma. Olvidarse un poco, y quien sabe que más.

Precisamente ella era una con él. Si él no estaba, ella tampoco. Lo incensato en todo eso era, que precisamente él no sabía a ciencia cierta cuando llegaba, si se quedaba o se marchaba.

Entonces, era justo y necesario cerrar los ojos. Para guardar el momento en que llegaba, congelar cuando se quedaba y retenerlo si se marchaba.

Nunca fueron nada mejor como cuando las paredes de sus corazones se latían en uno solo. Y si era necesario cerrar los ojos, ella lo hacía.

Casi ya no hablaba de él. Y como un arte perfecto, ella aprendió a cerrar los ojos.

El día en que decidió llorar, volvió en si y abrió los ojos, para soltar las lágrimas que le pensaban hasta la garganta.

10 feb 2013

Los zapatos

"Yo acá escribiendote y vos allá borrandote"...

Yo sinceramente quisiera no tener tantas ganas de escribirle. Pero la sensación es ingrata; o le escribo o me ahogo  con usted.

Y es que cada vez que me siento así me pongo aquel par de zapatos. Como para recordarle y no olvidarle. Una especie de honra.

Camino. Usted va y está donde yo esté, estamos sin estar; y yo con aquellos zapatos, -los favoritos-.

Nada me parece ya sensato cuando suelto las ganas de escribirle, de pensarle y para ser sincero de amarle cada tinta y cada cicatriz grabada en su piel.

La imperfección del nosotros encaja tanto en las palmas de mis manos y se adhiere a las paredes del corazón. Que negarle sería pecado.

Y me veo los zapatos, y usted está, y yo camino con usted aunque usted no lo sepa, aunque no lo vea con esos ojos. Que de sobra está decirle que aquellos zapatos y esos ojos: -los favoritos-...

5 feb 2013

Poneme un titulo, un nombre, un corazón.

Más tarde de lo normal, como siempre tarde a las manecillas necias e inoportunas de aquel reloj celeste.

Como para sacarse del bolsillo polvo de tiempo, y hacer magia, y jugar a Peter Pan.

....Como es de costumbre con el reloj en la mano derecha....Jugando a Campanita, más terca y obstinada.

Siempre mayor táctica racional que emocional, aunque gane la segunda sobre la primera.

Una cosecha de tulipanes,  Allende, Cohelo, Cortázar, Benedetti, Jodorowsky y mi gusto por la canela y tus ojos.

Mi mejor amigo imaginario, Dios,  y yo su musa soñadora jugando a Campanita.

Como queriendo volar. Así, igual a cuando se hacían sueños y de paso se usaban.

Papeles en blanco. Y no hay titulo, poneme un nombre y de paso el corazón.