31 ene 2012

Sin títulos fríos

A veces sólo quisiera sentarme a llorar, otras sólo levantarme a gritar; sin títulos fríos.

Y precisamente ayer; No estaba sola, pero quería estarlo.

Lo que pasa  es que uno muta con apatía, no por la vida sino por algunos errores propios y la presencia de algunos seres terrestres que ayudan en la tarea.

No estaba sola, pero quería estarlo. Todo para no mutar y así. No quería mutar apáticamente. He ahí la cuestión.

Quería abrazarme y consolar. Quería sentir el placer infinito de auto-amarse acompañar y comprenderme.

Lo anterior porque sabía que nadie podía hacerlo mejor para sí misma, que ella.

Me senté  a razonar sobre quién era cuando estaba en plena soledad. Es curioso porque nunca dejé de ser, ni aún cuando estaba sola.

Muté en letras frías, en ausencias extrañas, en silencios absolutos, en políticas irrevocables, lo sé. Mute para sí misma.

Pero mi monopolio es tan distinto del con el que me confunden allá afuera.

18 ene 2012

Paralelos entre confiar y amar

 "Los verbos "confiar y amar" no son sinónimos, pero son palabras relacionadas que, en un tesauro, se encuentran en el mismo campo semantico". Mauricio Sanders

¿Confiar y amar?, la duda en el inicio de muchos y la cruel realidad en el final de otros tantos. 

Así como cuando se decide dar el primer mordisco a una exquisita guayaba que a simple vista es un manjar deseoso o bien puede ser el hábitat de una oruga y sus descendientes. Sin embargo, eso no lo sabremos hasta no dar aquel temeroso primer mordisco.

Es como amar a mi país pero no confiar en sus políticos. Hasta que punto un ser humano puede  resignarse y llevar una vida desconfiada sólo porque no consiguió establecer  paralelos entre confiar y amar.

No es fácil amar, no es fácil confiar. Entonces la tarea se convirtió en una situación arduamente difícil y peligrosa. Aunque sea más fácil amar que confiar. Puesto que la confianza se gana y el amor sólo surge como una reacción natural, he ahí el ejemplo con mi país y sus políticos.

Por eso, confiar y amar es casi siempre la  duda en el inicio de muchos antes de morder la guayaba y la cruel realidad en el final de otros tantos al ver esa oruga y nunca encontrar el paralelo a su confianza.