Si es que existe alguna relación entre eso que hablamos y aquello que sentimos, sus ojos se me quedaron ahí, entre la garganta y el corazón.
No hay vaso de agua lleno que la obligue a irse, se siente cómoda y todos los días de su vida me recuerda ella el don que tenía para inflarme el alma.
Lo cierto es que ella no está. Lo sabe y lo sé. Ella vive como si yo no estuviera y yo vivo sin querer sentirla más entre la garganta y el corazón.
Pero los buenos amores, aún cuando se van, siempre le duran a uno guardados más de lo que se espera o lo que se quisiera.
Si es que existe alguna relación entre eso que hablamos y aquello que sentimos, sus ojos se me quedaron ahí, entre la garganta y el corazón.
Desde ese episodio todo está bien, pero nada tan bien como cuando me miraba en esos ojos.