7 abr 2012

¿Y la luna ya no es de queso?

"Es buena como hipnótico y sedante y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía" Jaime Sabines.


La luna siempre de impertinente, recolectando y coleccionando historias de amor. Y así de vez en cuando, de reojo,  nos vuelve a ver. 

Yo hago bodokitos con mis recuerdos como cuando estaba en el kinder. Lo que pasa es que en el kinder todo era. Ahora, todo es tan distinto. No sé, ¿me entendés?

Recuerdo mi gabacha celeste y mi bolsito de merienda -que por cierto tenía bordado mi primer y mi segundo nombre-. Entonces me da nostalgia aquello y suelto el llanto. ¡Y me preguntas que si estoy bien!

La luna nos sigue viendo, de reojo. Y yo sigo inhalando y exhalando todo de vos. Con esa forma tan mía de ser y no ser. Ser cuando quiero y no ser cuando me da la gana.

El sillón sigue compartido pero la soledad es la misma. Siempre pesada e impertinente. Así como la luna que se aparece para sellar historias y momentos de preguntas incuestionables.

Recuerdo que cuando me vestía con aquella gabacha me decían que la luna era de queso. Entonces me da nostalgia aquello.

¿Y la luna ya no es de queso? ¿Que? ¡nunca voy a poder probarla¡.

Porque me hubiera encantado probar un pedazo de aquella luna. Saber si era de queso tierno o semi-duro. O echármela al bolsillo. Y dormir con ella y meditar con ella. Antes de comenzar a entender que la luna es un estimulante para morir y amar. 

Ahora la miro y ella me mira como si quisiera decirme algo, de reojo. Colgando recuerdos de flores desteñidas y besos náufragos. Ella me mira.

La luna siempre de impertinente, recolectando y coleccionando historias.