7 nov 2013

....¡Llovió!

Fue de lluvias y charcos, como de costumbre se me han de innundar las palabras.

Caminaba sola y segura. Feliz y enamorada. Curiosa, apasionada.

No sabía que aún deambulaba un fantasma. Socializabamos a menudo y le contaba cuanto me gustaba ponerme sus zapatos.

Hasta que hoy, si hoy, por fin, ¡al fin! se les terminó la vida. Las entrañas de sus ojos se quedaron en aquellas suelas rotas y desgastadas, más de un lado que del otro. Incongruentes.

Imaginé que las etapas incongruentes para con la vida son como un par de zapatos que aprendes a usar, desgastas y hasta que ya te duelen o no te quedan los olvidas y decides un par nuevo. O viene una señora lluvia de esas que calan hasta el puritico hueso y termina convenciendote de que ya no son fructíferos.

Digo "sus zapatos" porque la modica suma la pagaron sus monedas, yo sólo me los puse y nunca más me los quité. Hasta hoy, si hoy, ¡al fin! que vino la lluvia y me caló hasta el puritico hueso.

Caminaba sola y segura. Feliz y enamorada. Curiosa, apasionada. Sin fantasmas.  ¡Llovió!

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