27 jul 2013

El agua hasta las pupilas

No se miraban o lo hacian con el arte de disimularlo perfectamente para sentirse grandes desconocidos.

A ella se le desboronaban los recuerdos y el corazón de vez en cuando. Sólo como cuando lo sentía en el pecho, porque las otras veces se lo arrancaban y lo daba por perdido.

Asesinos eran aquellos ojos que disimulaban no verla, no extrañarla y alguna vez amarla como si fuera la única fémina terrestre en medio de la nada. Haberla amado porque sí.

Conocía tantas manos pero tan pocos corazones dispuestos a encontrarla. Pero el amor ya no está de moda.

Lloraba porque tenía el agua hasta las pupilas pero no porque le doliera tanto.  Ya poco le dolía, ya nada esperaba ni nadie le esperaba mucho menos.

Sus ojos se ahogaban en mar y silencio. Los barcos lejos navegaban y se llevaban lo poco que le quedaba de sí.

Se desnudaba menos y definitivamente se veía menos en el espejo. Ahora recogía el arena de sus pies.

Componía recuerdos, hipnotizaba el tiempo y se le arrugaban las manos.

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