3 mar 2013

Memorándum

Algo de cierto hay si digo extrañarle. Lo también cierto es que quien deja que se le extrañe se arriesga a vivir en el olvido.

Ya no volviste con aquellos ojos parpadeantes que a gritos suplicaban amor. Yo no volví con aquel corazón que a gritos reclamaba amor. Sin lugar a dudas éramos incongruentes, tus ojos y mi corazón lo sabían.

A largo plazo la ausencia es un letal veneno que revive la memoria pero estanca el entusiasmo. Y una ausencia sin anestésico arruga el corazón.

Extrañarle se puso de moda y ante sus retratos ausentes los espacios vacíos que quedan después de la partida se pusieron en venta. El alma se vende también. "Se busca proveedor único y exclusivo", decía el primer punto del memorándum.

Es por ende que yo y la ausencia no nos llevamos muy bien, no planeaba tener una venta de garaje, donde las emociones fueran la principal oferta.

El primordial requisito ya no era irse, "por favor si piensa adquirir algo recuerde quedarse" recalcaba el memorándum.

Así lo mucho que te extrañaba se me fue evaporando entre tanto detalle para plantear los requisitos que deberían estar en pie por si algún quijote se acercaba a ofertar. Porque esto no era simple mercancía, un tesoro había en mis manos y el corazón. Había que ser cauteloso.

"Si encuentra el tesoro no lo extravíe", manifestaba aquel memorándum que un día vos olvidaste leer.

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