26 mar 2013

De agridulces y primaveras

"Mientras tanto, ser feliz es una obligación que incumplo de vez en cuando". Ismael Serrano

Ya no había excusa, ahora ser feliz resultaba (parecía) algo obligatorio. Y yo, en la hazaña, exhalaba un agridulce cotidiano, que incómodaba a más de un transeunte.

Tan cotidiana como siempre, con fronteras inalcanzables y vacíos iniguales. Perdí un par de amores, algunos de los  buenos y otros de los que suicidaban las ganas.

Entonces puse a remojar el entusiasmo. Donde guardo los ahorros escondí el corazón.

La vida era un improvisado ritual conmemorativo. Desde que se esperaban, una danza de fieles recuerdos acompaña la única taza de café, el último sorbo.

La ciudad se viste de veranos naranjas, de brisas secas y corazones masoquistas. Pero las flores nacen en medio de tanta hierba.

Había que ser feliz, hubo que serlo o la primavera se imponía con sus pétalos y aromas. Pero el sabor agridulce se calaba por el alma, y rompía con la ganas de vez en cuando.

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