18 may 2011

Morimos de amor....

Volví esta noche, después de tantas noches desaparecidas ante el arte de escribir. Más que escribir, traducir. Traducir algún lenguaje que dicen, se ahoga muy en el fondo del alma.

Devorándome el tiempo, quizá retando al destino sin pensar y sin preguntar. Algo informal, pues la costumbre es siempre meditar, tocándole la puerta a la soledad.

Mientras ella contaba las tablas de aquel techo de madera, él se fumaba un asesino cigarrillo. Ambos le cobraban la vida al tiempo o el tiempo se las arrebataba de nuevo.

Escribo para usted, para mi, para ellos, para nosotros. Remuevo miles de miedos homicidas, casi sin interés los justifico y los delato. Solo casi sin interés, para usted, para mi, para ellos, para nosotros.

En estos días se escribe creyendo en lo que por nueva costumbre, al parecer ya no se debe creer. Creyendo en el privilegio de amar las virtudes y defectos. Por fuera es lo mismo, por dentro es distinto.

Ellos jugaban a decir mentiras, mientras ambos se creían las verdades.

Soy inmigrante buscando la ruta de regreso, no busco el olvido. Solo busco el camino a casa, aún cuando estar en casa no significa seguridad. Pero hace frío allá afuera.

El caso es que en el desierto, allá afuera, uno siempre tiene la gran opción de morir de sed. O morimos de sed o morimos de amor. Cobarde será el que escoja morir de sed.

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